A lo largo de los años, el hombre ha encontrado distintas formas de comunicarse, la comunicación parece ser importante para dar a conocer sentimientos de todo tipo: alegría, euforia, tristeza, enojo, etc. Pero dentro de todas las formas que existen para comunicarse muchas personas han coincidido en algo que podrían llamar: el lenguaje universal, ese lenguaje que es capaz de transmitir la misma esencia del compositor a un público de una cultura e idioma totalmente distinto, en algunas ocasiones no hacen falta palabras para dar a conocer el mensaje, este lenguaje universal es lo que conocemos como música o como decía E. T. A. Hoffmann “la musica empieza donde acaba el lenguaje”.

Mi concepto de música

Si quisiéramos definir rigurosamente el concepto de música (aquella que se puede encontrar en cualquier manual, tutorial o cuaderno de apuntes de algún estudiante de música) diríamos que es el arte de combinar sonidos y silencios. Si bien esta definición puede ser precisa también deja en el aire conceptos que suceden detrás de todo lo que escuchamos, y nos podrían surgir preguntas como: ¿Cuál fue la inspiración para escuchar tan bella (o mala) melodía?, ¿A quién se dirige?, ¿Quién la hace suceder?, ¿Para qué sucede? Las respuestas a estas preguntas, tal vez nunca las encontremos en nuestro manual de músico, pero nos hace pensar en que la música va más allá que una sola definición. A fin de cuentas la música es un arte, y para que exista un arte debe haber un artista detrás de ella, ese artista es el que intenta transmitir a alguien un mensaje o muchas veces es un mensaje para sí mismo.

Es por eso que yo coincido con la definición de muchas personas, la música es un lenguaje, un lenguaje capaz de expresar todo aquello que no podemos expresar con palabras, un lenguaje que trasciende en el tiempo, cultura, idioma, un lenguaje universal. No importa si estudiaste en los mejores conservatorios o simplemente te gusta disfrutar la música por puro entretenimiento; la música es un arte que es hecha por todos y para todos.

Y termino con la frase de un gran músico mexicano, “La música no es un deporte para competir, sino un arte para compartir” Abraham Laboriel.